«La respuesta está en ustedes queridos jóvenes»

Homilía del Padre Inspector, Néstor Ledesma, 
en la fiesta de Caacupé

En la madrugada del viernes 8 de diciembre, día de la Virgen de Caacupé, el Padre Inspector Néstor Ledesma celebró la eucaristía ante la presencia de los jóvenes servidores salesianos y de decena de miles de peregrinantes.

En un país con grandes desigualdades, con problemas de seguridad y pobreza, «la respuesta está en ustedes queridos jóvenes» afirmó el P. Néstor y agregó que María es el modelo de «joven valiente». «Ella está dispuesta a poner todo de sí» aseguró. 

Homilía completa

Nuestro caminar en este tiempo del adviento pone hoy en el centro a la figura de María, la hija de Sión, la nueva Eva. Con ella empieza algo realmente nuevo. En ella choca la lógica del pecado, de la envejecida condición humana. Ella es la llena de gracia, la bendita por excelencia. La elegida para ser la madre del Mesías.



Su santidad y su comunión con Dios no es sólo un privilegio; es un modelo para todos nosotros, especialmente en la situación que vive nuestro país.

Todos nacemos bajo la bondad de Dios, afectados por la condición humana pecadora, pero estrechamente abrazados por Jesucristo para realizar las promesas de nuestro bautismo. Estas promesas nos marcan el camino de la vida como una senda de crecimiento en la santidad, es decir, en la esperanza de la victoria de la entrega generosa en el amor y del gozo pleno y sereno del testimonio de la fe hasta la muerte.

¿Y quién podrá realizar esta esperanza? ¿Quién podrá concretar esta fe? ¿Habrá algún valiente entre nosotros? La respuesta es muy clara: los jóvenes. Sí, son ustedes los jóvenes. ¿No están cansados de la mediocridad y el vacío? ¿No están cansados de la sensación de que no pasa nada nuevo en su vida cotidiana? 

Cada año venimos ante nuestra Madre a dejarle nuestras penas y esperanzas por un país donde nos sentimos cada vez más desprotegidos, donde hay hermanos que están secuestrados del calor de su hogar y no hay nadie que haga lo necesario. Un país en el que hay hermanos cada vez más pobres y en el que cada día hay más pobres. 

Un país donde nuestros hermanos de Curuguaty siguen clamando justicia, nuestros hermanos campesinos e indígenas claman tierra. Un país donde la educación y la salud no están entre las prioridades de nuestras autoridades. Y junto a esto, tantas otras cosas que nos hacen sentir engañados, defraudados, frustrados, impotentes. Hay serpientes en medio nuestro que nos confunden con su maldad. Nos habían prometido otra cosa para los jóvenes y para los pobres, y no han cumplido. No han cumplido.



La respuesta está en ustedes queridos jóvenes. María es el modelo. María es la joven que quiere comprender las intenciones más profundas del corazón de Dios porque ella está dispuesta a poner todo de sí. María interioriza y reclama la verdad total de la propuesta del ángel porque quiere fiarse, y se fía. Quiere comprender qué requiere entregar de sí misma, y entrega su vida. 

Cuando aceptamos a Jesucristo en nuestra vida, abrazamos con generosidad todas las exigencias cristianas. María quiere y vive la libertad auténtica, sin ataduras; y al mismo tiempo ofrece su compromiso, su responsabilidad, su vida. Sí, María está dispuesta a jugarse la vida. 

Es una joven valiente. María es la joven virgen, admirada y no pocas veces también incomprendida, que sabe seguir la voluntad del Padre y así atrae hacia ella a los jóvenes valientes como ustedes, y con ustedes, no con otros, con ustedes quiere realizar maravillas como con su Hijo.



Aquí están los jóvenes valientes, los jóvenes hijos de María. Sí, son ustedes. Y para realizar la voluntad del Padre en sus vidas hoy resuena esta invitación de parte de su Hijo, Jesús: “No tengan miedo, permanezcan en mí; No tengan miedo, permanezcan en mí”. 

Queridos jóvenes: la verdadera fuente del valor, la coherencia, la generosidad, el amor, la verdad, la vida... es Jesús, el Hijo de María. Si estás dispuesto a ser agente de cambio de esta sociedad, permanece junto a Jesús, y bebe de la fuente del amor inagotable, de la fuente de la paz y el gozo eterno que colman todo vacío, toda búsqueda.

Ore symi poraite, eme’e oreve pe marangatu oúva nde memby Jesucristogui, ikatuhaguaicha romosarambi pe mundopyre, pe mborayhu omombareteva maymávape ikatu hagua jaguata añeteha justicia rapére, ikatu hagua ña mopu’a ñane reta. Ape roime, nde memby kuera, nde pueblo. Ejerure nde memby Jesucristope ta ore rovasa, tome’e oreve pe tekove ha pe vy’a opa’yva.

Bendito sea Dios. Bendito sea Jesucristo. Bendita sea nuestra Madre, la Virgen de Caacupé. Que así sea.