Carta del P. Guillermo Basañes, Consejero General de las Misiones Salesianas
Roma, 11 de noviembre de 2018
Queridísimos hermanos,
Un cordial saludo para cada uno de ustedes, desde la Basílica del Sagrado Corazón de Roma, residencia de nuestro querido padre Don Bosco y, ahora también, de su Sucesor.
Una vez más nos preparamos para celebrar el recuerdo anual del 11 de noviembre, memoria misionera salesiana por excelencia, y quisiera detenerme unos minutos con ustedes para agradecerles tantas cosas, a la vez les ofrezco también una pincelada de reflexión. Me permito retomar el discurso de Don Vecchi en su preciosa última carta, la de su enfermedad y vejez (2001):
“En el imaginario mismo de los jóvenes y del pueblo, el salesiano en plena forma es aquel que por la mañana sale de prisa de su habitación y – después de la oración comunitaria – baja al patio, saluda a los jóvenes que van llegando, se entretiene con ellos, da unos toques al balón como si jugara un partido y, unos minutos después los reúne en una sala para un momento vivo de catequesis, al que sigue con frecuencia la Eucaristía.
Es una situación real: lo mismo sucede en muchos lugares y es algo auténtico. El salesiano espera el momento más favorable para el encuentro con los jóvenes y el momento de su llegada es uno de los esperados y disponibles a las novedades.
Pero a pesar de ello existe un riesgo: el de aislarse, de insistir y pensar excesivamente en los resultados pastorales como éxitos y fruto de las propias fuerzas, olvidando así la dimensión gratuita, filial y generosa, típica de Cristo, que hizo de la cruz su momento de revelación y de la Eucaristía su momento de comunicación.
En la vida se mezclan el sufrimiento y la cruz. Y hay que decir con decisión que el período de enfermedad y de limitación se vuelve fecundo como el de la actividad específica, si se vive a la luz del misterio de la muerte y resurrección de Jesús”.
Cuánta luz y serenidad debería ofrecer este pensamiento al tejido cotidiano de innumerables gestos y actos de paciencia y de ternura que, unidos a Jesús, no pueden hacer otra cosa que dar vida – y vida en abundancia - a tantos jóvenes, a través del cuerpo vivo de la humilde Sociedad de San Francisco de Sales.
Así pues, ¡adelante y firmeza, queridos hermanos míos!
En nuestro frecuentes momentos de plegaria y de contemplación explícita, este año les confío tres centros de intenciones de oración, para que los tengan muy presentes, además de la Intención Misionera mensual para toda la Congregación, que me consta que seguís con tanto celo y dedicación.
- Por los nuevos misioneros enviados este año en la Expedición 149. Veinticinco hermanos, jóvenes la mayoría de ellos, venidos de todos los continentes y enviados a todos los continentes. Recen para que mantengan encendida la lámpara misionera en sus almas salesianas y para que puedan sentirse fuertes y decididos en los momentos de adversidad.
- Por los hermanos que están discerniendo su vocación misionera ad gentes. El Rector Mayor, el próximo ocho de diciembre, dirigirá a toda la Congregación su tercera llamada misionera, esta vez convocando la 150 Expedición Misionera de Septiembre 2019. No son pocos en la Congregación los que se han sentido interpelados por estas llamadas y han dado una respuesta positiva al Sucesor de Don Bosco; y entre ellos, ¡también de hermanos que cuentan ya sus sesenta años! Recen, pues, para que muchos – de toda edad y continentes, clérigos y coadjutores – sientan el coraje de decir sí al Señor y a Su Misión. ¡Esta próxima llamada del Rector Mayor necesita urgentemente verse acompañada de vuestras oraciones!
- Por los jóvenes de zonas y de países extensísimos que aún están esperando a Don Bosco y, especialmente, al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Pienso de manera especial en algunos países de la ex-Unión Soviética. De vuelta de la República de Saha (capital Jakutsk), volábamos sobre los enormes territorios de Kazakstán, Uzbekistán, Kyrgyzstan, Turkmenistán, Tayikistán. Precisamente en Jakutsk me encontré a un joven musulmán del Tayikistán que ofreció a la comunidad salesiana, con motivo de mi visita y para celebrarlo, carne excelente de ciervo. Recemos, a fin de que los tiempos de la Divina Providencia a favor de estos jóvenes, se aceleren a través de la generosidad de tantos hijos de Don Bosco.
El Papa Francisco ha escrito a las consagradas de Vida Contemplativa: “La Iglesia aprecia muchísimo nuestra vida de entrega total. La Iglesia cuenta con sus oraciones y ofrecimiento para llevar a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo la buena noticia del Evangelio. ¡La Iglesia los necesita!” (Vultum Dei Quaerere, 6).
Esto mismo es lo que se les dice a ustedes, queridísimos hermanos, que son misioneros salesianos a pleno título, ¡diseminados en las diversas enfermerías y casas de salud de la Congregación!
¡Gracias, Don Bosco os da las gracias! El Rector Mayor les manda su bendición. Y sobre todo, el Corazón de Jesús que solemnemente preside su Basílica ante la estación Termini de Roma, les llena de consuelo y de paz.
Don Guillermo Basañes
Consejero para las Misiones
Carta del P. Guillermo Basañes, Consejero General de las Misiones Salesianas
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