Las primeras oraciones que aprendió Juan Bosco
«Mientras fui pequeño -recuerda Don Bosco- mi madre me enseñó a rezar el Rosario. Me decía que me pusiera de rodillas con mis hermanos por la mañana y por las noches y todos juntos rezábamos. A veces, mientras nos íbamos vistiendo para empezar el día, esta oración nos acompañaba». Don Bosco siempre recordó con cariño que fue el Rosario una de las primeras oraciones que aprendió.
Mamá Margarita siempre le recomendó tener siempre por amigos a aquellos jóvenes que tuviesen la costumbre de rezar el Rosario y le decía algunas veces: «Si en caso llegas a ser sacerdote, difunde la devoción al Santo Rosario». Y puso muy en práctica aquel consejo. Siendo ya sacerdote, Don Bosco mandó a construir una pequeña capilla dedicada a la Virgen del Rosario junto a la casa donde vivió siendo niño.
Años más tarde, en febrero de 1848, el marqués Roberto D’Azeglio, alcalde de Turín, decidió visitar a Don Bosco, con el objetivo de convencerlo para que él, junto con sus muchachos, participaran en una manifestación de carácter político; Don Bosco amablemente se negó.
Para evitar que el marqués se molestara, lo invitó a dar un paseo por el Oratorio, mostrándole todo lo que han hecho y todas las actividades que realizan cada día, entre ellas, rezar el Rosario. El marqués lo felicitó por todo lo que estaba logrando con su proyecto, pero le dijo que lo único que no estaba de acuerdo era en rezar el Rosario, ya que consideraba que no tenía objetivo hacerlo por lo que debía suprimirse.
Don Bosco, con una cálida sonrisa le dijo: «Mire, esa rutina la tengo metida en el alma; en ella se apoya mi institución, y estaría dispuesto a dejar muchas otras cosas importantes antes que ésta. Si fuese necesario, incluso, hasta renunciaría a su valiosa amistad, pero no a rezar diariamente el Santo Rosario».
Un consejo que daba Don Bosco a sus muchachos era que rezaran el Rosario durante la semana, recomendándoles que, antes de dejar de rezarlo por falta de tiempo, lo hiciesen por partes al ir o al volver del trabajo ya que el Rosario es un medio para conservar la virtud y una defensa contra las asechanzas del demonio.
En sus últimos días de vida, Don Bosco, siempre sostuvo entre sus manos el Rosario.
Fuente: espiritusantogt.com