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Salesianos de Don Bosco. Paraguay

Hoy inicia la Novena a San Juan Bosco


Novena a San Juan Bosco
Día 1

Motivación 


Queremos iniciar la novena a San Juan Bosco, dando gracias a Dios por la vocación que suscitó en su persona, pidiendo que el ejemplo de nuestro santo padre y maestro nos estimule en el seguimiento del Señor. 


Que al contemplar su vida y los testimonios que de él se narran, se despierten en nuestros corazones el deseo de conocerlo más, de imitarlo mejor, de trabajar como él, de orar como él, por sobre todo, de crecer en la pasión por alcanzar la unión de corazón, de mente y de espíritu con el Señor. 


En estos 125 años de presencia salesiana en Paraguay queremos contemplar el paso de Dios por la vida de Don Bosco desde la óptica de aquellos que se encontraron con él y agradecer porque su sueño ha cruzado fronteras haciendo que el proyecto de Dios llegue a nuestra tierra, a nuestra comunidad, a nuestro grupo. Que esta fiesta de nuestro Santo Patrono nos ayude a ser luz de esperanza para nosotros mismos y los demás. 


Reflexión 


Don Bosco, un grande 

Pedro Enría: un huérfano de cólera 


En el verano de 1854, estalló la epidemia de cólera. A finales de julio se registraron los primeros casos en Turín. Sólo se salvó el 50% de los infectados. Turín se vio afectada especialmente en la zona de Borgo Dora, la zona más sucia y contaminada que limita con los barrios de Valdocco. Hubo 500 muertes en solo un mes. 


Dos hospitales se establecieron al oeste de Valdocco. Para ayudar a los enfermos había también algunos sacerdotes y entre ellos un tal Don Bosco junto con algunos jóvenes que vivían con él. 


Después de unos meses, en el otoño, el cólera terminó. Hubo 320.000 muertes en Italia y 1248 en Turín. Luego de la tragedia de la epidemia, la ciudad vivió una nueva historia dolorosa: los huérfanos todos aquellos niños y jóvenes cuyos padres habían muerto a causa del cólera. 


Yo tenía 13 años y mi hermano 11. Nuestra madre había muerto de cólera, y nuestro padre estaba gravemente enfermo. Estuvimos temporalmente en el convento de los Dominicos, donde se recogían a los muchachos que se quedaron sin familia. Un día de septiembre de 1854, Don Bosco vino a visitarnos (éramos como un centenar) acompañado del director del Orfanato. Nunca lo había visto. Tenía un aspecto sonriente y lleno de bondad que se hacía querer incluso antes de hablar con él. 


Les sonrió a todos y luego comenzó a preguntarnos nombre y apellido, si conocíamos el catecismo, si ya habíamos hecho la Comunión, y si nos habíamos confesado. Finalmente pasó cerca mío y sentí que mi corazón latía con fuerza, no por miedo sino por el afecto que sentía por él. Me preguntó nombre y apellido... y después me dijo: “¿Quieres venir conmigo? Siempre seremos buenos amigos para que podamos ir al cielo. ¿Estás contento?” 


“Oh, sí señor”, le respondí


Luego agregó: “¿Y este que está a tu lado es tu hermano? Sí señor,
Está bien, él también vendrá. 


Don Bosco tenía algo especial en su mirada, en la sonrisa, en sus ojos, en su forma de ser. Se preocupaba por todos los huérfanos. 


A los pocos días de ese primer encuentro fuimos llevados, mi hermano y yo, al Oratorio de Don Bosco. Así como nosotros dos, ese día Don Bosco recibió a unos cincuenta muchachos. Al entrar en el oratorio fuimos bien recibidos por Don Bosco y su buena madre. Don Bosco me dijo: “Recuerda Enría, que seremos siempre amigos, pero para serlo siempre debes ser bueno y virtuoso” ... Don Bosco fue un verdadero padre para todos. A su alrededor éramos felices. A veces contaba los sueños que tenía por la noche. Desde ese día permanecimos siempre en su Oratorio. 


Don Bosco trabajaba para nosotros. Por la mañana siempre era el primero en estar en la iglesia. En 1854 fue un invierno muy frío. En la iglesia hacía tanto frío que a veces, mientras celebraba la misa, tenía las manos tan congeladas que a veces, ya no podía sostener el cáliz en sus manos. Y sin embargo nunca se quejó, sino que, siempre estaba alegre y feliz, pensaba más en nosotros que en sí mismo. Cuántas penurias tuvo que soportar por nosotros y cuántas humillaciones. 


Muchas veces, cuando iba a tocar el timbre de la casa de los ricos para que nos ayudaran a los niños del Oratorio, era recibido con palabras humillantes e insultantes. Pero no se desanimaba, y siguió aceptando nuevos jóvenes en el Oratorio. Recuerdo que su mamá a veces le decía: Tú aceptas tantos jóvenes, pero, ¿dónde los pones a dormir si no hay más lugar? No tenemos camas, están sin manta. Y luego, ¿cómo hacemos para mantenerlos si no tenemos nada? 


Mi hermano y yo dormíamos en el suelo sobre unas hojas con una sola manta para los dos y nada más. Sin embargo, éramos felices. Como si hubiéramos dormido en la cama más blanda. 


El 31 de enero de 1888 (yo tenía 47 años), al amanecer cuando Don Bosco murió yo estaba al pie de su cama. 



Nos dejamos interpelar por el encuentro


¿Qué le impactó a Pedro Enría cuando vio a Don Bosco? 


En el oratorio, Pedro y su hermano durmieron en el suelo, sobre unas hojas, con una sola manta para los dos, sin embargo, eran felices ¿Por qué? 


“Don Bosco no se quejó nunca”, a pesar de los muchos sacrificios que hizo por sus chicos. Cuando las cosas no te salen bien, o cuando tienes que afrontar una tarea difícil, también intenta no quejarte. 


 

Luz de Esperanza

(Extracto del Aguinaldo 2021 del Rector Mayor)


“Es propio de nuestra espiritualidad salesiana percibir a Dios muy cercano, un Dios a quien sentimos muy presente en los acontecimientos y con quien, en nuestra sencillez, se puede entablar un diálogo «con el corazón», un diálogo sencillo, propio de hijos e hijas. 


En el camino que hacemos en la Iglesia somos conscientes de que esta ha nacido de la oración y que la oración sostiene su crecimiento. Una oración que es una escuela de esperanza. Presentando la propia fragilidad en este encuentro personal con el Amor, la persona aprende a dejarse amar por Él. En definitiva, se trata de cultivar un clima interior de confianza en el Señor, fiándose de Él como centro de todo, que hace posible vivir en plenitud y colocar nuestros pensamientos, deseos, actividades, sufrimientos, esperanzas, sueños, dejándolos en el corazón de Dios.” Aguinaldo 2021: Nos mueve la esperanza 


Oración Final


¡Oh! San Juan Bosco, Padre y Maestro de la Juventud, que tanto trabajaste por la salvación de las almas: se nuestro guía para bien de la nuestra, y la salvación del prójimo. Ayúdanos a vencer las pasiones y el respeto humano; enséñanos a amar a Jesús Sacramentado, a María Auxiliadora y al Papa, e implora de Dios para nosotros una santa muerte, a fin de que logremos reunirnos contigo en la gloria. Amén. 











 

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