Quinto día de la Novena: Dar buen consejo al que lo necesita

Imagen del Santuario María Auxiliadora. Ph: Guillermo Sandoval.

Esta obra de misericordia trata del gesto de alguien que es capaz de conmoverse ante el otro, de compadecerse con todo el corazón de la situación que atraviesa la persona hasta el punto de acercarse, de consolar, acompañar y fortalecer al que sufre o está en dificultad.

Sin embargo, no resulta nada sencillo practicarla. En primer lugar porque nos movemos en un ambiente donde la soberbia anda a sus anchas y nadie se deja aconsejar. Nos sentimos autosuficientes; nos han convencido de que tenemos que ser autónomos, y que “nadie tiene que meterse en nuestras vidas”.

Dar buen consejo al que lo necesita es sobre todo una actitud del corazón; es querer ayudar, consolar, estimular, fortalecer con un corazón bueno y magnánimo buscando el auténtico bien de la persona. La tradición bíblica pone de relieve la importancia del consejo de la siguiente manera: “El consejo del sabio es como una fuente de vida” (Sir 21,13); “Los sabios/guías espirituales brillarán como el fulgor del firmamento” (Dan 12,3).

La Iglesia pone en práctica esta obra de misericordia, sobretodo, en la confesión y en la dirección espiritual. Allí encontramos el consejo adecuado en nombre de Dios para ayudarnos a reconocer la voluntad de Dios en nuestra vida.

Don Bosco daba mucha importancia a las palabritas al oído, a las palabras del confesor o del guía espiritual. En nuestras familias no faltan las palabras sabias y llenas de cariño de los padres y de los abuelos. El que hace la experiencia de ser acompañado también será capaz de aconsejar a los demás.

(Cf. Revista Mes de María de la Pastoral juvenil Salesiana)