130 años del nacimiento de Ceferino Namuncurá
Ilustración de Gustavo Daguerre |
La santidad de Ceferino es expresión y fruto de la espiritualidad juvenil salesiana, una espiritualidad hecha de alegría, de amistad con Jesús y María, de cumplimiento de los propios deberes y de entrega por los demás.
Ceferino representa la prueba más convincente de la fidelidad con la que los primeros misioneros mandados por don Bosco lograron repetir aquello que él había hecho en el Oratorio de Valdocco: formar jóvenes santos. Este sigue siendo nuestro compromiso de hoy, en un mundo que necesita jóvenes impulsados por un claro sentido de la vida, audaces en sus opciones y firmemente centrados en Dios mientras sirven a los demás.
Nacimiento
Ceferino Namuncurá nació el 26 de agosto de 1886 en Chimpay, a orillas del Río Negro.
Manuel, su padre, fue el último gran cacique de la tribu de los Indios Araucanos. Había decidido rendirse, tres años antes, a las tropas de la República Argentina.
Ceferino después de 11 años de vida libre en las pampas fue enviado por su padre Manuel Namuncurá a estudiar en Buenos Aires para que más tarde pudiera defender a su raza. El clima de familia que se respiraba en el colegio salesiano hizo que se enamorara de Don Bosco.
Crecimiento Espiritual
Creció en él la dimensión espiritual y comenzó a desear ser sacerdote salesiano para evangelizar a su gente. Eligió a Domingo Savio como su modelo y durante cinco años, con uno esfuerzo extraordinario por integrarse en una cultura totalmente nueva para él, llegó a ser otro Domingo Savio.
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Aspirante salesiano
Fue ejemplar su compromiso en la piedad, en la caridad, en los deberes de cada día, y en ejercicio ascético. Este muchacho a que le costaba “ponerse en fila” y “obedecer a la campana”, llegó a ser, poco a poco, un auténtico modelo. Como quería Don Bosco era exacto en el cumplimiento de sus deberes de estudio y de oración. Su palabra era aceptada en los recreos por sus compañeros que lo tenían como árbitro en sus disputas. Impresionaba la lentitud con la que hacía la señal de la cruz, como si meditara cada palabra. De hecho, corregía a sus compañeros, enseñándoles a hacerla despacio y con devoción.
Italia
En 1903 (tenía 16 años y medio; y su padre había sido bautizato a los 80), Mons. Cagliero se lo llevó a Viedma, para que se uniera al grupo de aspirantes y empezara allí sus estudios de latín. Debido a su poca salud el obispo salesiano decidió llevarlo a Italia para continuar los estudios en forma más seria, y en un clima más apropriado. En Italia se econtró con Don Rúa y con el papa Pio IX que commovido lo bendijo. Inició los estudios en Turín y desppués ingresó al Colegio Salesiano de Villa Sora, en Frascati. Se dedicó al estudio de tal manera que llegó a ser el segundo de su clase.
Fallecimiento
Pero una enfermedad no diagnosticada a tiempo (tal vez porque él nunca se quejaba), iba minando su salud: la tuberculosis. El 28 de marzo de 1905 fue ingresado en el hospital de los Hermanos Juaninos, en la isla Tiberina de Roma.
Era demasiado tarde. Murió allí, dulcemente, el 11 de mayo.
Desde 1924 sus restos reposan en su tierra natal, en Fortín Mercedes, a donde acuden multitud de peregrinos a rezarle. Más recientemente, la Congregación Salesiana, con el permiso de la Santa Sede y la aprobación de los obispos de Fortín Mercedes y de Junín de los Andes, la urna con los restos del Beato Ceferino de Namuncurá ha sido traslada al asentamiento de Mapuche de San Ignacio, Neuquén.
Fuente: sdb.org
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