25 años de la muerte del padre Egidio Viganò
ANS | Roma - El 23 de junio de hace 25 años murió en Roma el padre Egidio Viganò, salesiano, VII sucesor de Don Bosco. El aniversario no puede pasar desapercibido, porque es la vida y la historia de uno de los Salesianos que más contribuyó a dar a la Congregación Salesiana su fisonomía actual.
Nació en 1920 en Sondrio, de padres obreros, fue el octavo de 10 hijos - de los cuales otros dos sacerdotes salesianos, Angelo, que murió en al año 2010, y Francesco, hoy en la comunidad de Sesto San Giovanni. Fue en la casa paterna donde recibió el primer y auténtico testimonio cristiano: "Papá y mamá habían reservado el primer lugar para Dios, no para las cosas, no para el trabajo, no para el ahorro, no para la salud, no para el beneficio", contó una vez Don Angelo Viganò.
Creció en el oratorio salesiano de su ciudad, donde había salesianos que habían conocido directamente a Don Bosco, asistió al aspirantado de Chiari y luego al noviciado de Montodine, convirtiéndose en novicio cuando tenía poco más de 16 años.
El decisivo e inesperado punto de inflexión en su vida que llegó al final de sus estudios filosóficos en Turín, cuando se enteró por sus superiores de que su petición de partir a las misiones había sido aceptada, y que estaba destinado a Chile. Pero nunca había presentado esta solicitud. Expresó sus perplejidades a sus superiores, pero se le pidió que estuviera disponible de todos modos. Su respuesta fue simplemente: "Si me envías, iré".
En Santiago de Chile completó su formación teológica, luego fue Director del Teologado, fue Profesor de Teología Dogmática en la Universidad Católica de Chile, participó en el Concilio Vaticano segundo como teólogo experto del Card. Raúl Silva Henríquez, SDB. Fue nombrado Inspector de Chile en 1968 y Consejero General de Formación en 1971, antes de ser elegido Rector Mayor en 1977, cargo que ocupó hasta su muerte durante 18 años.
"Don Viganò fue un gran Rector Mayor, que supo colocar y acompañar a la Congregación en el proceso de redefinición de sí misma, a la luz del Concilio, en fidelidad dinámica y creativa a Don Bosco, y con la misma pasión apostólica por los jóvenes, especialmente los más abandonados - dijo Don Pascual Chávez, IX Sucesor de Don Bosco -. Hombre de risa espontánea, de un optimismo excepcional, clarividente... dejó un magisterio salesiano muy rico, a través de sus cartas que, según él mismo, "no eran para ser leídas, sino para ser estudiadas"... En las resoluciones que tomó con ocasión de su ordenación sacerdotal, se mostró exigente consigo mismo, comprensivo con los demás, disponible incondicionalmente a Dios y a su voluntad: "Cuando Dios pide, nunca se puede decir que no".