«Ser salesiano es mi identidad cristiana»
ANS - Barcelona - El cardenalato, la Iglesia en Marruecos y en el mundo, Don Bosco, el diálogo interreligioso... El salesiano Cristóbal López, arzobispo de Rabat, Marruecos y cardenal desde 2019, habló de estos temas y muchos otros en una entrevista con motivo de un reciente viaje a España. Aquí presentamos algunos pasajes.
¿Prefiere ser presentado como cardenal o como salesiano?
Ser salesiano es mi identidad cristiana... Para mí, ser cardenal no agrega nada a lo que soy, es esencial para mí ser cristiano y salesiano.
Usted señala que ser cardenal no es una promoción. ¿Cómo lo entiende entonces?
Es un servicio que se me pide en favor de la Iglesia universal. Todo lo demás, ser obispo, cardenal, es consecuencia de mi vocación bautismal. Lo fundamental es el bautismo que nos hace hijos de Dios y hermanos de Jesús y de toda la humanidad, este es el honor más alto, nuestra vocación fundamental. Todo lo demás son servicios.
Don Bosco, el fundador de los salesianos, tuvo sueños reveladores. ¿Cómo sueña Ud. a la Iglesia?
El Papa Francisco en el documento “Querida Amazonia” termina en un capítulo hablando de cuatro sueños. Un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y un sueño eclesial. Aquí habla de una Iglesia sinodal, comunitaria, en la que caminamos juntos; una Iglesia pueblo de Dios, en comunión. Una vez el Papa dijo: “cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres”; una Iglesia en salida, como lo repite muchas veces; saliendo y poniéndose al servicio del mundo para construir la sociedad según los criterios del Evangelio; una Iglesia que va a los heridos. Una Iglesia así es lo que sueño y en este sueño coincido plenamente con las expresiones del Papa Francisco y con lo que entiendo por Evangelio.
Usted es cardenal en Rabat, Marruecos, un país donde los cristianos son una minoría. ¿Qué hace la Iglesia en Marruecos?
Aquí me he convertido. No solamente ahora, sino también cuando estuve ocho años en Kenitra. Vengo de una situación completamente diferente a la del cristianismo en Paraguay, donde el 99% de las personas fueron bautizadas. Ahora me encuentro en un lugar donde los cristianos somos una minoría absoluta, donde no tenemos peso social. Uno se pregunta qué estamos haciendo aquí, cuál es el sentido de la presencia de la Iglesia aquí. Una empresa comercial se habría ido después de tantos años sin obtener "ganancias".
Nos quedamos porque creemos que estamos aquí porque Dios nos llama a estar aquí, y entonces descubrimos lo que espero que descubra toda la Iglesia: el fin es el Reino de Dios, no la Iglesia. No estamos aquí para agrandar la Iglesia, estamos aquí para anunciar a Cristo y el Evangelio. Y lo hacemos a través de nuestro testimonio personal, de nuestro trabajo para construir un mundo mejor y para hacer de la humanidad, cada vez más, la familia de Dios, unida y en fraternidad. Vivimos gozosamente nuestra fe cristiana aquí, siendo una minoría.
¿El diálogo interreligioso inicia día tras día o desde las altas esferas?
El diálogo islámico-cristiano se vive ante todo en la convivencia, en la vida cotidiana, en la amistad, en la buena vecindad, en el trabajo. Recomiendo encarecidamente un lema que dice "habla menos de los musulmanes y habla más con los musulmanes".
Cuando hablas con un musulmán y le preguntas sobre sus inquietudes, cómo vive, cuáles son las cosas que le angustian, te das cuenta de que es como nosotros. El diálogo interreligioso consiste en eso y se hace casi sin quererlo. Luego está el diálogo de las obras, trabajando juntos por los derechos humanos, por las grandes causas de la humanidad. Aquí también podemos tener proyectos comunes.
¿Dónde debería estar la Iglesia hoy?
La persona humana está en todas partes, especialmente en los más pobres y abandonados. La Iglesia, que no son sólo los obispos, debe estar donde hay dolor. Los cristianos deben ser como la sangre que va a la herida sin que sean llamados. Cuando la sangre brota de la herida no es que quiera escaparse; quiere cerrar la herida con las plaquetas. Un cristiano debe quedarse donde hay una herida en el mundo, tratando de sanar esa herida. Hay que estar en todas partes, pero sobre todo donde hay una herida.