La devoción de Don Bosco al Sagrado Corazón de Jesús: “El Corazón de Jesús y la caridad”
(ANS – Roma) – En el artículo de la sección sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, publicado en el número de marzo de 1886 del Boletín Salesiano, el autor aborda el tema “El Corazón de Jesús y la caridad”: una apasionada reflexión que concluye afirmando que toda la acción apostólica salesiana encuentra sus raíces más profundas precisamente en la intimidad del corazón divino del Salvador.
El texto parte de la conferencia que tuvo lugar el 8 de mayo de 1884, en Roma (dos días antes de su célebre Carta desde Roma), realizada en la Casa de las Nobles Oblatas de Tor de’ Specchi, durante la cual Don Bosco presentó las actividades llevadas a cabo por la Familia Salesiana. A continuación, tomó la palabra el cardenal Parocchi, vicario de Su Santidad, quien, con palabras de profunda estima, subrayó cómo el rasgo distintivo de la Congregación Salesiana era la caridad, ejercida según las exigencias del tiempo presente.
Según el cardenal, si bien la caridad siempre ha sido central en la vida cristiana, hoy adquiere un papel aún más decisivo, representando quizás el único instrumento eficaz para atraer al bien a una sociedad inmersa en el materialismo, escéptica frente a la fe e indiferente a las realidades espirituales. La caridad concreta y visible, que se manifiesta en la educación de los jóvenes pobres y en la acogida de los marginados, es capaz de conmover el corazón del siglo moderno más que cualquier discurso teológico. De hecho, aunque los hombres modernos ya no comprendan muchas veces las raíces y fines de la caridad, reconocen y admiran sus obras, y es precisamente desde allí que puede abrirse el camino hacia la fe y hacia Dios.
De esta visión nace el profundo sentido de la decisión tomada por los pontífices Pío IX y León XIII de construir un templo en honor al Sagrado Corazón de Jesús en la ciudad de Roma: un acto que une la espiritualidad con la acción concreta. El Corazón de Jesús, de hecho, es la personificación viva de la caridad divina. En los Evangelios, Cristo se muestra lleno de compasión por toda miseria humana, tanto corporal como espiritual. Se recuerdan, entre otros, el episodio del paralítico de Jerusalén curado sin ni siquiera pedir ayuda, y el de la mujer encorvada en la sinagoga, sanada por Jesús antes incluso de formular una súplica: dos modelos perfectos del cuidado divino que anticipa la acción sanadora a la petición humana.
Pero el texto va más allá del milagro físico y subraya la profundidad del sentimiento de Cristo hacia el alma humana: su llanto por Jerusalén, la compasión por el pueblo desorientado sin pastor, su preocupación por la escasez de obreros del Evangelio... Todo esto demuestra que el Corazón de Jesús desea ardientemente que se formen y sostengan nuevos ministros de la Iglesia, y que su caridad se expresa también en la promoción de las vocaciones eclesiásticas.
El texto concluye con una sentida exhortación: ya que la caridad es el camino más seguro para devolver la fe entre los hombres, es deber de todos contribuir con obras y oraciones a la realización del Templo y del Hospicio del Sagrado Corazón. Tal construcción, símbolo tangible del amor de Cristo en el corazón de Roma —ciudad desafiada por el protestantismo y marcada por la miseria juvenil— será también emblema del triunfo de la caridad y de la fe cristiana.
Por último, citando a san Juan Evangelista, el artículo recuerda que quien permanece en la caridad permanece en Dios. De aquí la invitación apremiante: difundir en todas partes la devoción al Corazón de Jesús, para que a través de la acción caritativa, incluso los más alejados de la fe sean reconducidos a Dios.
