Segundo día de la Novena a San José
San José fue un hombre valiente, fuerte, decidido. Un esposo amoroso, responsable, servicial, un padre entregado, humilde, dulce. ¡Podemos encontrar en él tantas virtudes!
Fueron sus brazos los que acunaron al Niño Jesús, aquella noche en que el rumbo de la historia cambió para siempre. Fueron sus ojos los que contemplaron con asombro y amor desbordante, ese pequeño cuerpecito en el que reposaba la Salvación.
Cada latido de su corazón iba dedicado a María y a ese niño hermoso que tantas veces le tomó la mano, le pidió un abrazo, lo miró a los ojos, lo hizo reír a carcajadas y le hizo entender con cada gesto que su «sí» también era necesario.
Oración para todos los días
Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia.
Protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna.
Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad. La de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos.
Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena...
(se dice mentalmente o en voz alta la gracia que se desea obtener).
Día 2
Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Ángeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de san José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia, tu gracia, y la esperanza de la gloria. Amén.
Oración final para todos los días
Oh, custodio y padre de Vírgenes san José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes, María.
Por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Antífona: Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.
V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima.
Concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos.
Amén.
Fuente: Catholic-link